martes, 26 de agosto de 2008

Contra viento y marea


"Puedes llegar, lejos
a las estrellas alcanzar,
hacer de sueños realidad."

"Y puedes volar... Volar, alto
sobre las alas de la fe,
sin mas temores por vencer
puedes volar."

Verano de 2003. Era una tarde calurosa en Santo Domingo, pero muy especial para un grupo de jóvenes que celebraban la clausura de su ultimo año escolar. La razón principal de su felicidad, ya jamás volverían a experimentar los altibajos emocionales característicos del bachillerato ocasionados por la rectitud de las monjas educadoras , las injusticias de los profesores y los percances con los demás compañeros habitantes de esa jungla educativa llamada educación pública (y privada) en la República Dominicana.
Sin embargo, un pequeño grupo de estudiantes se sentían muy emocionados en este acto, ya que en el mismo serían premiados por su esfuerzo y empeño al mantener sus calificaciones en números bastante altos durante todo el año.

Dentro de ese grupo se encontraba un joven, protagonista de nuestra historia, el cual, a pesar de no disfrutar del aprecio de todos los profesores, se jugaba la vida escolar en la secundaria viviendo como en el purgatorio: unos lo veían como un bueno tratando de mejorar, y otros como un demonio que se salvaba del infierno por sus buenas coartadas. lo cual no era mentira del todo, porque estas coartadas le habían permitido ganarse un privilegiado lugar en el cariño de las hermanas directoras que habían desfilado por la cabeza de esa institución educativa durante los 6 años de educación de este joven en dicho lugar. Claro, para obtener esta posición tuvo que pagar un alto precio, ya que nada en el mundo, fuera del amor de Dios, viene de gratis; Y es que el hecho de que lo vieran como el protegido, el monaguillo, el priva de santo y hasta perrito faldero de las monjas, no es algo que lo hizo muy querido y sobretodo popular entre las chicas. Y más aun cuando algunas de ellas buscaban entre sus compañeros el deseo de experimentar sentimental y hasta digamoslo (ya somos grandes), sexualmente.

Volviendo a nuestra historia (devuelta al verano del 2003), diversos estudiantes comenzando por los cursos de menor grado, iban con sus caras sonrientes a recibir unas hermosas medallas con el escudo de la secundaria, de la mano de la directora. Y es que como era de esperarse, todos los profesores se habían tomado la tarea de preparar con tiempo un listado bien analizado de estos estudiantes en base a los promedios de todas sus notas durante todo el año escolar. Bueno, casi todos, ya que a la hora de llegar al curso del profesor de nuestro personaje, este se encontraba coqueteando con las jóvenes de otro curso (razón por la cual fue despedido años más tardes) y no tenía nada preparado. su más rápida reacción fue escribir en un papel los nombres de 2 estudiantes que a su parecer debían ganarse el preciado mérito.
Como deben de esperar, nuestro querido joven no fue llamado entre los agraciados (de lo contrario sería muy aburrida la historia), y como ser humano al fin, la decepción ni se hizo esperar. No obstante, el motivo de este penoso sentimiento no fue solo porque el tenía el promedio de notas requerido, sino también por la decepción de sus padres los cuales añoraban que su hijo recibiera un mérito al estudiante.
Este podría ser el primer capítulo de una triste historia al no ser por las sabias palabras que aquel joven dijo a sus progenitores en respuesta a su desilusión: "No se me preocupen, pondré mi mayor esfuerzo y anhelo para que la próxima vez que tenga la oportunidad, y esta no dependa casi completamente de la persona no adecuada, me lleve los máximos honores". El tiempo pasó y lógicamente, también pasaron esas palabras, excepto de la mente del joven.

Nuestra historia continua transportándonos 4 años y medio en el futuro, exactamente en la primavera del 2008. Una graduación se llevaba a cabo en un histórico salón de la ciudad, y allí está en la fila de graduándoos nuestro joven, esperando a ser llamado por su nombre para recibir su título de licenciado, nombre el cual vendría en compañía de tres palabras latinas que denotan excepcionalidad: "Summa Cum Laude". Además, este no sería el único mérito, ya que a estas palabras se suman otras tres griegas: "Phi Theta Kappa", con igual significado, pero con jurisdicción en los estudios estadounidenses.
Es increíble como la vida da vueltas y como situaciones y cambios complejos se dan con algo tan fácil y sencillo como la esperanza y la fe. Al final solo nos queda por decir: "Gracias Señor, gracias"...






viernes, 15 de agosto de 2008

Mis amigos "809"



Son curiosas las cosas que nos pasan en la vida. Yo de mi parte debo confesar que no soy realmente un tipo Coca-Cola (aquel que le cae bien a todo el mundo), pero debo admitir que Dios me ha premiado con buenos amigos que me han brindado algo muy valioso: Su fidelidad.

Y ya que estamos en confesiones, tengo el deber de contarles compañeros, que una de mis debilidades es que soy un poco olvidadizo y dejado en algunos aspectos, y uno de ellos es registrar los números de las personas en mi celular. Podríamos decir que es algo tonto de mi parte, pero esto tan insignificante me dejó una lección bastante importante el día 13 de agosto de 2008, día de mi cumpleaños.

Ese día me levanté, y como de costumbre (excepto por las felicitaciones de mis familiares) me preparé y me dirigí a mi trabajo. En ese lugar, al igual que en mi casa, recibí las congratulaciones múltiples de todos mis compañeros de labores, los cuales me desearon mucha salud y muchos éxitos (lo de siempre, pero que todos queremos).

No tuvieron que transcurrir muchos minutos para que comenzaran las llamadas a llegar al celular; familiares, compañeros del grupo de oración, vecinos, antiguas amistades, en fin, un sin número de personas que me estuvieron llamando durante todo el transcurso del día para desearme lo mejor en unas cuantas palabras, algunas las cotidianas y otras no tanto, por ejemplo mi abuela que me deseó que encuentre una mujer para casarme pronto :) :) :).

Pero lo interesante de esto compañeros es la vergüenza que pasé con casi todas las llamadas, ya que la mayoría de ellas no estaban registradas en mi celular y no atinaba fácilmente a adivinar con quien hablaba. Y lo peor, todos los que me llamaron son personas con las que me veo mínimo una o dos veces a la semana. Que vergüenza!!

Luego de pasado el circo y el juego de espías para evitar el bochorno que hubiese pasado si mis interlocutores se hubiesen dado cuenta de la situación, me puse a reflexionar, mientras veía en mi celular el abultado listado de llamadas recibidas durante ese día, y llegué a la cruel conclusión de que solo una minoría (menos de un 5%) de los "amigos" que tengo registrados en mi celular, realmente me llamaron, en contraste con la basta mayoría de mis "incoming calls" que aparecieron como simples cadenas de números fríos comenzadas todas por un 809 ó 829. Ya se cuales números borraré cuando se llene la memoria de mi celular y necesite registrar nuevos números .