"Puedes llegar, lejos
a las estrellas alcanzar,
hacer de sueños realidad."
a las estrellas alcanzar,
hacer de sueños realidad."
"Y puedes volar... Volar, alto
sobre las alas de la fe,
sin mas temores por vencer
puedes volar."
Verano de 2003. Era una tarde calurosa en Santo Domingo, pero muy especial para un grupo de jóvenes que celebraban la clausura de su ultimo año escolar. La razón principal de su felicidad, ya jamás volverían a experimentar los altibajos emocionales característicos del bachillerato ocasionados por la rectitud de las monjas educadoras , las injusticias de los profesores y los percances con los demás compañeros habitantes de esa jungla educativa llamada educación pública (y privada) en la República Dominicana.
Sin embargo, un pequeño grupo de estudiantes se sentían muy emocionados en este acto, ya que en el mismo serían premiados por su esfuerzo y empeño al mantener sus calificaciones en números bastante altos durante todo el año.
Dentro de ese grupo se encontraba un joven, protagonista de nuestra historia, el cual, a pesar de no disfrutar del aprecio de todos los profesores, se jugaba la vida escolar en la secundaria viviendo como en el purgatorio: unos lo veían como un bueno tratando de mejorar, y otros como un demonio que se salvaba del infierno por sus buenas coartadas. lo cual no era mentira del todo, porque estas coartadas le habían permitido ganarse un privilegiado lugar en el cariño de las hermanas directoras que habían desfilado por la cabeza de esa institución educativa durante los 6 años de educación de este joven en dicho lugar. Claro, para obtener esta posición tuvo que pagar un alto precio, ya que nada en el mundo, fuera del amor de Dios, viene de gratis; Y es que el hecho de que lo vieran como el protegido, el monaguillo, el priva de santo y hasta perrito faldero de las monjas, no es algo que lo hizo muy querido y sobretodo popular entre las chicas. Y más aun cuando algunas de ellas buscaban entre sus compañeros el deseo de experimentar sentimental y hasta digamoslo (ya somos grandes), sexualmente.
Volviendo a nuestra historia (devuelta al verano del 2003), diversos estudiantes comenzando por los cursos de menor grado, iban con sus caras sonrientes a recibir unas hermosas medallas con el escudo de la secundaria, de la mano de la directora. Y es que como era de esperarse, todos los profesores se habían tomado la tarea de preparar con tiempo un listado bien analizado de estos estudiantes en base a los promedios de todas sus notas durante todo el año escolar. Bueno, casi todos, ya que a la hora de llegar al curso del profesor de nuestro personaje, este se encontraba coqueteando con las jóvenes de otro curso (razón por la cual fue despedido años más tardes) y no tenía nada preparado. su más rápida reacción fue escribir en un papel los nombres de 2 estudiantes que a su parecer debían ganarse el preciado mérito.
Como deben de esperar, nuestro querido joven no fue llamado entre los agraciados (de lo contrario sería muy aburrida la historia), y como ser humano al fin, la decepción ni se hizo esperar. No obstante, el motivo de este penoso sentimiento no fue solo porque el tenía el promedio de notas requerido, sino también por la decepción de sus padres los cuales añoraban que su hijo recibiera un mérito al estudiante.
Este podría ser el primer capítulo de una triste historia al no ser por las sabias palabras que aquel joven dijo a sus progenitores en respuesta a su desilusión: "No se me preocupen, pondré mi mayor esfuerzo y anhelo para que la próxima vez que tenga la oportunidad, y esta no dependa casi completamente de la persona no adecuada, me lleve los máximos honores". El tiempo pasó y lógicamente, también pasaron esas palabras, excepto de la mente del joven.
Nuestra historia continua transportándonos 4 años y medio en el futuro, exactamente en la primavera del 2008. Una graduación se llevaba a cabo en un histórico salón de la ciudad, y allí está en la fila de graduándoos nuestro joven, esperando a ser llamado por su nombre para recibir su título de licenciado, nombre el cual vendría en compañía de tres palabras latinas que denotan excepcionalidad: "Summa Cum Laude". Además, este no sería el único mérito, ya que a estas palabras se suman otras tres griegas: "Phi Theta Kappa", con igual significado, pero con jurisdicción en los estudios estadounidenses.
Es increíble como la vida da vueltas y como situaciones y cambios complejos se dan con algo tan fácil y sencillo como la esperanza y la fe. Al final solo nos queda por decir: "Gracias Señor, gracias"...